jueves, 3 de marzo de 2016

Historia de una Ondina
Fredrich de la Motte

Hubo una ondina. Se llamaba Prathé. Sus cabellos largos y húmedos estaban extendidos sobre la hierba. Con sus largos dedos se peinaba pensativa. De ese simple acto dependieron su amor, su destino y la suerte de un príncipe de los hombres. El hombre la vio y se enamoró de ella. Entonces era extraordinariamente fácil enamorarse. Ella reía en sus brazos. La reina del lago, monarca de las ondinas y de las aguas profundas, dio su consentimiento a la boda.

Las ondinas no tienen alma humana. Su existencia transcurre feliz en el fondo del lago, en una eterna edad de inocencia. Su raza no sabe del pecado ni del Bien ni del Mal. Pero al unirse a un hombre, a Prathé le fue otorgada un alma humana. La unión tenía como condición, impuesta por la Reina del Lago, que se rompería ante la infidelidad del príncipe. La Reina, de rostro joven, pero muy anciana, conocía el corazón humano. No tenía dudas que recuperaría a la ondina de esa forma. El príncipe no tardó en darle la razón. La tentación llegó en forma de una dama de la corte. Y Prathé y su alma humana con su nueva sensibilidad, con su cambiando corazón, llorando retornó al lago. Amaba a ese hombre y nunca volvería a ser una ondina como las otras, sus hermanas.

El hombre amaba a la ondina. Arrepentido fue a la orilla del lago.
 — Prathé —llamó—, perdóname. Pagaré el precio que sea para tenerte conmigo.

La ondina (sus cabellos de agua, sus ojos de agua) surgió en un remolino y le habló así: 
—Hombre, por tu amor corres peligro de muerte.- Él sólo pudo desear y amar más a la ondina, aunque sabía que era cierto y que su vida corría peligro.
—No quiero separarme de ti – susurró el hombre.

No llegó a ver las lágrimas en el rostro de la ondina. Ella lo atrajo hacia si, le dio el beso final y lo hundió en las aguas. Un remolino y el cuerpo de la amada fueron la mortaja del príncipe.


El mito de Polifemo y Galatea

Además de la Galatea de Pigmalión existe otra Galatea en la mitología griega que no tiene nada que ver con la otra. Se trata de una de las hijas de Nereo, el titán menor que manejaba las olas del mar y de quien había heredado sus poderes acuáticos, ya que Galatea era una nereida.
El cíclope Polifemo, hijo predilecto de Poseidón, estaba locamente enamorado de ella, y ella le correspondió por un tiempo, dando esta relación como fruto dos hijos y una hija: Celto, Ilirio y Gala. Sin embargo, cuando Galatea conoció al joven pastor Acis se encaprichó de él, y siendo ella una de las nereidas más bellas de su tiempo el pastor no tardó en corresponderla, y los dos jóvenes se encontraban a menudo furtivamente en el prado, donde se amaban, charlaban y Acis tocaba la flauta para Galatea.
Durante un tiempo los dos jóvenes siguieron viéndose en secreto, ya que aunque no estaba casada oficialmente, Galatea vivía con Polifemo. Pero la mala suerte hizo que el cíclope empezase a sospechar, y un día decidió seguir a Galatea en uno de sus paseos por el campo, sorprendiendo a la pareja besándose detrás de unas rocas. Cegado por la ira y los celos, el gigante Polifemo alzó una roca enorme y la arrojó contra el joven pastor, aplastándolo y matándolo de forma brutal. Desesperada por el dolor, Galatea usó sus poderes de nereida para transformar la sangre de su amante en un río, el río que lleva su nombre, Acis, en recuerdo al amor que una vez tuvo.


La Dama del Lago


La dama del lago, vestía siempre de blanco y era una de las alumnas más aventajadas del mago Merlín, el cuál se enamoró de ella e hizo construir en una sola noche, un palacio de cristal en la isla de Avalón, Inglaterra, siendo esta la isla de la antigua sabiduría. Merlín conoció a la Dama del Lago en la fuente de Barenton, y quedó prendado de su belleza. Pronto la Dama del lago aventajó a Merlin gracias a sus enseñanzas.
Vivianne advirtió a la Dama del lago que si las paredes del palacio eran de cristal, todo el mundo la podría ver, a lo cual la Dama del lago realizó un conjuro para ocultar el castillo en las profundidades del lago.
La misión que le enconmendaron, fue guardar la espada del rey Arturo, llamada Excalibur, lo cuál ya predijo Merlín, como también predijo que debería entregar más tarde esa espada a quien fuese a salvar el mundo.
La Dama del Lago pidió a Arturo que eligiese un objeto de los cuatro que le mostró: una copa, un plato, una lanza y una espada. Arturo eligió la espada, y desde ese día, la espada simbolizó la confraternización de Camelot con Avalón. La espada tenía la propiedad de no dejar derramar ni una sola gota de sangre al portador de la misma.
Cuando Arturo fue herido de muerte, arrojó la espada al lago y fue devuelta a Ávalon de donde nunca más volvió a salir. La Dama del lago, con ayuda de otras tres hadas, rescató a Arturo y lo curó en las profundidades de Avalón, proporcionandole cobijo. Aún se cree a dia de hoy, que Arturo yace en Avalón esperando volver para devolver la gloria a Gran Bretaña. También se cree que el emplazamiento real, podría estar al lado de la iglesia-abadía de Glastonbury.
La dama del Lago educó a Morgana (ya que al principio Morgana iba a ser entregada a un convento pero Vivianne se negó) en la antigua religión, y la eligió como sucesora cuando ella muriese. La entregó a Arturo en un ritual (los fuegos de Beltane) donde ninguno de los dos se conocían, y tuvieron un hijo, Mordred.
Otras historias cuentan que la Dama del Lago era la máxima sacerdotisa de Ávalon, llamada también Vivianne, hermana de Igrainne (Madre de Arturo y Morgana), hermana de Morgause (tía de Arturo y Morgana, y madre adoptiva de Mordred), hermana de Ninie (amante de Merlín, e hija de Merlín de Bretaña).
La Dama del lago quería que la nueva religión (el cristianismo) y la vieja religión (la de la diosa y el astado) conviviesen juntas, cosa que los sacerdotes cristianos no querían, así que Ávalon, los ritos de Beltane, la diosa y el caldero, el astado y la vieja religión desaparecieron en las nieblas, dejando solo el recuerdo.

Se conoce también a la Dama del lago por los nombres de Nimue, Nemue, Vivianne ó Co-vianna. Se cree que estos nombres derivan de Coventina, la diosa del agua de los antiguos celtas.
La leyenda del Minotauro y el laberinto

Una de las leyendas más interesantes de la antigua Grecia es aquella del Rey Minos y el minotauro, la que dio nombre a la cultura minoica en Creta.
Según la leyenda Minos fue hijo de Europa y Zeus y por tanto ungido soberano cretense. Minos recibió entonces un presente de Poseidón, dios del mar y hermano de Zeus, consistente en un soberbio y hermoso toro blanco.
Poseidón esperaba que Minos le retribuyera ofreciéndole el toro en sacrificio, pero el soberbio rey decidió sacrificar otro toro y mantener a la hermosa bestia como su propiedad.
Poseidón entonces montó en furia y decidió castigar al rey hechizando a su esposa, Pasífae, con un incontrolable deseo sexual por el toro.
Entonces acudió al inventor griego Dédalo para que le creara una estructura en forma de vaca que si ella pudiera ser poseída por el animal (fue una relación, literalmente, bestial).
De esta unión monstruosa nació pues una bestia con cuerpo de hombre y cabeza de toro, hambriento de carne humana, llamado minotauro (mino por el rey Minos y taurus que en griego significa toro).
Minos, furioso porque su mujer le había puesto los cuernos (otra vez literalmente), le pidió a Dédalos que construyera un laberinto debajo del palacio para esconder al minotauro.
Sin embargo, Minos y Pasífae tuvieron otros hijos, como Androgeo, Adriadna y Fedra. Eventualmente los atenientes mataron a Androgeo, por lo que Minos les declaró la guerra y los venció. Como resultado, demandó a la entonces débil Atenas que cada nueve años se enviara siete jóvenes varones y siete mujeres para ser ofrecidos en sacrificio al minotauro.
En el tercer ciclo de esta particular condena, Teseo, hijo del rey ateniense, se ofreció voluntariamente para ser sacrificado. Sin embargo, una vez Creta, Ariadna, la hermosa hija de Minos y Pasiphae, se enamoró de Teseo, y se ofreció a ayudarle dándole un pabilo y una espada mágica. Teseo usó el pabilo para marcar su rastro dentro del laberinto, y una vez que encontró al minotauro pudo derrotar y matar a la bestia y escapar de aquel truculento e intrincado lugar.

La leyenda de Pegaso

Pegaso es un caballo alado. Su nombre proviene de una palabra griega que significaba manantial, pues se decía que había nacido en las fuentes del Océano.
Hay varias versiones de su nacimiento. Por un lado se decía que había nacido del cuello de la Gorgona, cuando Perseo la mató en el mar. En esta perspectiva, resulta que su padre es Poseidón, y Crisaor su hermano gemelo.
Otra versión sostiene que nació en la Tierra, fecundado por la sangre derramada de la Gorgona, cuando Perseo la mató.
Una vez que nació, Pegaso fue al Olimpo, donde se puso a las órdenes de Zeus, al llevarle el rayo.
El papel de Pegaso más importante es en la leyenda de Belerofonte, sobre la que hay diversos argumentos.
Por un lado, se decía que Pegaso había sido regalado a Belerofonte por la diosa Atenea (diosa de la sabiduría), pero según otras historias fue Poseidón el que dio el caballo a Belerofonte.
También se contaba que el héroe lo había encontrado cuando bebía en la fuente de Pirene.
Fue gracias a Pegaso que Belerofonte pudo matar a la Quimera y lograr por sí solo la victoria sobre el Amazonas.
Cuando Belerofonte muere, Pegaso volvió a la morada de los dioses.
Tiempo después, se dio el concurso de canto que enfrentó a las Musas con las hijas de Píero. El Monte Helicón estaba muy complacido por la belleza de las voces, por lo que empezó a crecer amenazando con llegar al cielo.
Al ver el peligro, Poseidón le ordenó a Pegaso que fuera y golpeara a la montaña con uno de sus cascos para lograr que volviera a su tamaño normal, a lo que la montaña obedeció dócilmente.
Pero, en el lugar donde Pegaso la había golpeado brotó la Fuente Hipocrene, o Fuente del Caballo.

Por último, Zeus lo convirtió en Constelación, para que fuera eterno. Cuando esto sucedió, un pluma de sus alas cayó cerca de Tarso, y así la ciudad adoptó su nombre.
Ulises y las sirenas

Probablemente el relato más conocido de las sirenas sea el de La Odisea de Homero.
Después de pasar una larga temporada en el palacio de Circe, Ulises emprende definitivamente el camino a Ítaca.
La diosa, antes de dejarle partir, le adelanta algunas de las aventuras que va a vivir en los días siguientes. La primera de ellas será el encuentro con las sirenas.
Las sirenas han sido famosas seductoras, porque según la mitología eran capaces de encantar con su voz a los marinos con la intención de raptarlos.
Al cantar, parecían ser hermosas doncellas, pero los que sucumbían ante sus encantos, pronto averiguaban su verdadera naturaleza. El canto de las sirenas anunciaba de forma engañosa los placeres del mundo subterráneo.
Las sirenas vivían en la isla de Artemisa, en donde yacían los huesos de los marineros que habían sido atraídos por sus deliciosos cantos.
Odiseo (Ulises), hombre de gran imaginación, cuando se iban acercando a la isla temida, por consejo de Circe, ordenó a sus hombres que se taparan los oídos con cera, y él, que no podía con la curiosidad de escucharlas, se hizo amarrar al mástil, con orden de que pasara lo que pasara, no lo desataran.

Al escuchar los cantos de las sirenas quiso soltarse pero sus compañeros no se lo permitieron. Cuenta la leyenda que las sirenas, devastadas por su fracaso, se lanzaron al mar y murieron ahogadas
La ninfa Eco

Eco era una ninfa que habitaba en el bosque junto a otras ninfas amigas y le gustaba cazar por lo que era una de las favoritas de la diosa Artemisa...
Pero Eco tenía un grave defecto: Era muy conversadora y además en cualquier conversación o discusión, siempre quería tener la última palabra.
Cierto día, la diosa Hera salió en busca de su marido Zeus, al que le gustaba divertirse entre las ninfas. Cuando Hera llegó al bosque de las ninfas, Eco, la entretuvo con su conversación mientras las ninfas huían del lugar.
Cuando Hera descubrió su trampa la condenó diciendo:
- Por haberme engañado y a partir de este momento, perderás el uso de la lengua. Y ya que te gusta tanto tener la última palabra solo podrás responder con la última palabra que escuches ¡Jamás podrás volver a hablar en primer lugar!
Eco, con su maldición a cuestas se dedicó a la cacería recorriendo montes y bosques. Un día vio a un hermoso joven llamado Narciso y se enamoró perdidamente de él. Deseó fervientemente poder conversar con él, pero tenía la palabra vedada. Entonces comenzó a perseguirlo esperando que Narciso le hablara en algún momento.
En cierto momento, en que Narciso estaba solo en el bosque y escuchó un crujir de ramas a sus espaldas y gritó:
-¿Hay alguien aquí?
Eco respondió: 
-Aquí.
Como Narciso no vio a nadie volvió a gritar: 
-Ven.
Y Eco contestó:
 -Ven.
Como nadie se acercaba, Narciso dijo:
- ¿Por qué huyes de mí? Unámonos
La ninfa, loca de amor se lanzó entre sus brazos diciendo:- Unámonos
Narciso dio un salto hacia atrás diciendo:
- Aléjate de mi ¡Prefiero morirme a pertenecerte!
Ante el fuerte rechazo de Narciso, Eco sintió una vergüenza tan grande que llorando se recluyó en las cavernas y en los picos de las montañas. La tristeza consumió su cuerpo hasta pulverizarlo. Solo quedó su voz para responder con la última palabra a cualquiera que le hable y por eso desde entonces cuando hablamos en cavernas y montañas escuchamos como ECO nos responde siempre, pero sólo a nuestra última palabra.......
Narciso no solo rechazó a Eco, sino que su crueldad se manifestó también entre otras ninfas que se enamoraron de él. Una de esas ninfas, que había intentado ganar su amor sin lograrlo le suplicó a la diosa Hera que Narciso sintiera algún día lo que era amar sin ser correspondido y la diosa respondió favorablemente a su súplica.
Escondida en el bosque, había una fuente de agua cristalina. Tan clara y mansa era la fuente que parecía un espejo. Un día Narciso se acercó a beber y al ver su propia imagen reflejada pensó que era un espíritu del agua que habitaba en ese lugar. Quedó extasiado al ver ese rostro perfecto. Los rubios cabellos ondulados, el azul profundo de sus ojos y se enamoró perdidamente de esa imagen.Deseó alejarse, pero la atracción que ejercía sobre él era tan fuerte que no lograba separase, sino que por el contrario deseó besar y abrazar con todas sus fuerzas esa imagen que veía. Se había enamorado de si mismo.
Desesperado, Narciso comenzó a hablarle:
- ¿Por qué huyes de mí, hermoso espíritu de las aguas? Si sonrío, sonríes. Si estiro mis brazos hacia ti, tú también los estiras. No comprendo.
Todas las ninfas me aman, pero no quieres acercarte.
- Mientras hablaba una lágrima cayó de sus ojos. La imagen reflejada se nubló y Narciso suplicó: 
-Te ruego que te quedes junto a mí. Ya que me resulta imposible tocarte, deja que te contemple.
Narciso continuó prendado de si mismo, ni comía, ni bebía por no apartarse de la imagen que lo enamoraba hasta que terminó consumiéndose y murió.
Las ninfas quisieron darle sepultura, pero no encontraron el cuerpo en ninguna parte. En su lugar apareció una flor hermosa de hojas blancas que para conservar su recuerdo lleva el nombre de Narciso.

Mito del Cíclope Polifemo y Ulises.

Habían pasado diez años desde que el rey Ulises dejó a su esposa y a su hijo para ir a luchar contra Troya. Ahora que la guerra había terminado, Ulises estaba feliz y podía regresar a su reino.
Después de navegar varios días, Ulises detuvo su barco en la costa del país de los cíclopes, gigantes con fama de salvajes que tenían un sólo ojo y vivían como pastores.
Ulises desembarcó junto a doce de sus hombres. Recorriendo el lugar descubrió una enorme cueva. Era la casa del cíclope Polifemo. Entraron a la caverna, donde había pequeños corderos y cabritos, vasijas con leche y queso. Pero Polifemo no estaba, se hallaba paciendo su manada.
Al atardecer, Polifemo llegó con una carga de leña enorme para preparar la cena y tapó la entrada con una piedra muy pesada. Cuando se percató de la presencia de los intrusos se enojó mucho y les dijo que jamás saldrían de allí, que se los comería uno a uno. Ulises temió por su vida y la de sus compañeros. Para ganarse la confianza del cíclope le dijo que le habían traído un obsequio: vino de Grecia. Polifemo lo bebió y pidió más. Mientras tanto, uno de los hombres de Ulises tocaba la flauta para alegrarlo. Con el cansancio del día, el vino y la música, Polifemo quedó profundamente dormido. Ulises meditaba cómo escapar de allí. Si mataban al gigante nadie podría mover la piedra de la entrada y quedarían atrapados en la cueva. Había que buscar otra opción. Al ver un enorme palo, pensó en quitarle con él la vista al cíclope mientras dormía.
Encendieron el extremo de un tronco y lo clavaron en el único ojo de Polifemo. El grito de dolor del cíclope retumbó en toda la caverna. Furioso, Polifemo se puso a buscar a tientas tratando de atrapar a alguno de los griegos que lo habían cegado. Polifemo quitó la piedra de la entrada para tentar a Ulises y a sus hombres a escapar. Luego se paró en medio del paso y con sus manos tanteaba todo a su alrededor, dejando salir sólo a los animales. Los griegos se cubrieron con unos cueros que el cíclope guardaba en la cueva y, mezclándose con los animales, lograron salir. Cuando estuvieron afuera, corrieron hacia la nave y se embarcaron en ella. Polifemo se dio cuenta de que habían escapado y los siguió hasta la costa. Les arrojó una piedra enorme que cayó muy cerca del navío haciendo una gran ola pero no pudo impedir que escaparan.
La túnica de Neso

Contaba la tradición que cuando Heracles descendió al Hades en el undécimo de sus trabajos se encontró allí con la sombra de Meleagro, quien le contó su azarosa vida y su trágica muerte. Tanto apenó al héroe su historia que le prometió que se casaría con su hermana Deyanira en cuanto volviera al mundo de los vivos. Y así lo hizo Heracles, después de salvarla de Aqueloo, a quien su padre Eneo pretendía imponerle como esposo. En una ocasión Heracles mato de manera accidental  a Éunomo, un joven servidor de su suegro, tuvo que partir con su esposa Deyanira al exilio. Cierto día la pareja llegó a la orilla del río Eveno, donde el centauro Neso ayudaba a los viajeros a cruzar el cauce. Neso ayudó en primer lugar a cruzar a Heracles, pero cuando hacía lo propio con Deyanira intentó violarla. Ante la petición de ayuda de la muchacha Heracles disparó una flecha al centauro, hiriéndole de muerte. Más antes de morir aun le dio tiempo de maquinar una última venganza: entregó a Deyanira una túnica envenenada con su sangre, diciéndole que con ella podría revivir el amor del esposo si algún día se debilitaba.

Pasó el tiempo. La pareja se estableció en Traquis y un día Deyanira se enteró de que Heracles se había enamorado de Yole, princesa de Ecalia, por lo que creyó que era el momento oportuno para probar la milagrosa túnica. Así que le ofreció la prenda como si de un regalo se tratara, aceptándola aquél complacido. Nada más cubrirse con ella, el héroe fue atacado por el virulento veneno que tenía impregnado; intentaba quitársela pero la prenda estaba tan adherida a su carne que se arrancaba pedazos de la misma. Devorado por el insoportable sufrimiento, mandó que levantasen una pira en el monte Eta. Una vez allí, extendió su piel de león sobre la pira y tras hacer prometer a Filoctetes (el único que le acompañaba en ese momento) que nunca revelaría su emplazamiento, se arrojó sobre la pira. Se contaba que antes de inmolarse Heracles habría perdonado a Deyanira; perdón que llegó tarde ya que ésta, destrozada por la pérdida del esposo, se ahorcó. También se contaba que en este último instante entre los mortales Heracles habría entregado a Filoctetes las flechas emponzoñadas con el veneno de Neso, flechas que después emplearía en la guerra de Troya para dar muerte a Paris. Con todo Heracles no murió, ya que Zeus ordenó que su amado hijo fuera sacado de las llamas y conducido al Olimpo, donde finalmente le fue concedida la inmortalidad.
El hada Melusina

Elinas, Rey de Albania estaba de caza por el bosque cuando encontró a Pressina, una hermosa mujer de la que se enamoró perdidamente. Tras mucho tiempo insistendo, Elinas logró convencerla de que se casase con él, la bella mujer aceptó el matrimonio, pero sin antes hacerle prometer que nunca entraría a su habitación para verla mientras durmiera, diese a luz o bañara a sus hijos.
Tiempo después, Pressina dio a luz a tres hermosas niñas destinadas a ser hadas, a las cuales llamó Melusina, Mélior y Palestina. El rey vencido por la curiosidad rompió su promesa y cuando Pressina se dio cuenta de la falta de su marido, abandonó el castillo llevándose a sus tres hijas, y se fue a vivir a la Isla perdida de Avalon.
15 años después, Melusina le preguntó a su madre por qué habían huido de Albania, Pressina ante la pregunta de su hija decidió contarle la historia de la promesa rota de su padre, Elinas. Melusina se enfureció mucho y quiso vengarse, con ayuda de sus hermanas fue a buscar a Elinas. Cuando lo encontraron lo encerraron junto con todas sus riquezas en una montaña encantada.
Pressina al enterarse de lo que habían hecho sus hijas, se enojó y decidió castigar a su hija Melusina, a la que condenó a convertirse en una serpiente de cintura para abajo todos los sábados de su vida. Si encontraba a un hombre que la desposara, este podría vivir con ella todos los días de la semana, excepto los sábados que era cuando la joven tomaba la forma de mitad mujer, mitad serpiente.
Una noche, cuando Melusina caminaba por un bosque de Francia encontró a Raymondin de Poiteu, hijo del Conde Forez, desesperado por haber matado accidentalmente a su tío cuando estaban de caza. Se encontraron en la “Fuente de la Sed” y fue ahí, donde Melusina consoló a Raymondin y le aconsejó la mejor forma de explicar la muerte de su tío a sus hijos.
 Raymondin sintiéndose agradecido por los consejos de aquella bella mujer, de la cual se enamoró, le pidió matrimonio y Melusina aceptó. Al igual que había hecho su madre, le hizo prometer a Raymondin que nunca intentaría verla durante los sábados. Tras años de matrimonio, Melusina con ayuda de otras hadas construyó el castillo de Lusignan en el que vivieron a partir de entonces. Ella dio a luz a 10 preciosos niños. Durante un sábado por la noche, mientras la feliz pareja ofrecía un gran banquete en su castillo, un hermano de Raymondin, le insinuó que Melusina se negaba a verlo los sábados porque seguramente estaría reuniéndose con algún amante. Raymondin en un principio se negó a escuchar las palabras de su hermano, pero no tardó en sentirse celoso y ante ello subió a la habitación de su amada, a la cual espió mientras se bañaba, fue allí donde descubrió el gran secreto.
Se sintió avergonzado por haber roto su promesa y decidió no contarle nada a Melusina.
Tiempo después, Geoffroy, el sexto hijo, tuvo una disputa con su hermano Freimond y lo asesinó, junto con el resto de los monjes que habitaban en el convento en el que residían. Raymondin se sumergió en una rabia que lo cegó y acusando a Melusina de traer la desgracia a su familia, la llamó serpiente; fue en ese momento en el que Melusina se dio cuenta que su marido había roto su promesa y conocía su secreto. Melusina sintiéndose profundamente ofendida y furiosa huyó volando del castillo de Lusignan, dejando la promesa de que volvería sólo a llorar la muerte de cada uno de los Lusignan.

De Raymondin sólo se sabe que arrepentido por su actitud se fue a la Montaña de Monserrat donde murió. De Melusina se cuenta, que muchos la vieron volando alrededor del castillo cada vez que algún descendiente de su familia iba a morir, hay quienes afirman haberla visto bañándose en la “Fuente de la Sed” donde conoció a su amado Raymondin.
El Puente de los duendes

Esta leyenda tiene sus orígenes en Puebla, México, donde los lugareños son advertidos desde niños sobre la peligrosidad de un lugar en medio de la sierra, donde pequeños duendes arrastran a la gente hasta llevarlos debajo de un puente, en el que hacen cosas aun no sabidas y quien entra ahí no sale jamás. Este tenebroso lugar es conocido como “El Puente de los Duendes”, y gracias que una persona pudo escapar se sabe un poco ms de este destino incierto.
Un hombre regresaba de la fiesta del pueblo algo pasado de copas, para combatir un poco el frio, en medio de la noche se le ocurre ir a buscar leña, la única que pudo encontrar estaba cerca del tan temido puente, ya sabiendo las desgracias que a él se le atribuían procuró estar lo más pronto posible de regreso, solo tomó un par de palos tan rápido como pudo. Pero al dar vuelta, vio entre los matorrales una gallina grande y gorda.
Parecía que no pertenecía a nadie porque la gente acostumbra guardar los animales en sus corrales por temor a lobos o coyotes.
El hombre se dispone a capturarla, la sigue entre los matorrales, y aunque la gallina es muy lenta, se le hace escurridiza. Con la idea en mente de tenerla en la mesa para la cena, no desistía de su intento, hasta que se dio cuenta, que la gallina se detuvo justamente en un extremo del puente. Demasiado asustado y con intención de correr, no pudo hacerlo, sentía todo el cuerpo adormecido, y era conducido contra su voluntad hacia abajo del puente, donde se escuchaban algunas risas y cuchicheos.
Pudo ver entonces que aquella gallina regordeta, se convertía en un hombrecillo de menos de un metro, que lo veía fijamente con una risa malintencionada, oyéndose gritos y gemidos de dolor, el hombre pudo salir un segundo de su trance, tomando el control de su mano para hacer la señal de la cruz, y diciendo estas palabras – Padre nuestro, si mi carne es para los demonios, al menos deja que mi alma esté contigo en el paraíso-
Las criaturillas chillaron en reacción de desacuerdo, queriendo abalanzarse sobre él, se le fueron encima, pero afortunadamente el hombre pudo escapar corriendo, gracias a sus palabras.

Al siguiente día al despertar, pensaba que todo había sido un mal sueño, pero un intenso dolor lo hizo voltear hacia sus piernas, las cuales tenía desgarradas y ensangrentadas, y al levantarse vio un camino de plumas cubiertas de sangre que marcaban el camino hacia el puente.
Leyenda de las brujas de Tecozautla

Cuentan los campesinos de pequeños poblados del municipio de Tecozautla, que en las noches de luna pueden verse bajo el manto estelar extrañas bolas de fuego que brincan velozmente volando entre los cerros, al parecer jugueteando entre ellas. Se dice que son brujas practicando danzas satánicas, preparándose para chupar la sangre a niños recién nacidos y practicar diabólicos hechizos sobre la población.
La Leyenda cuenta que una noche de luna un campesino humilde viajaba a través del Cerro Colorado montando su caballo. La oscuridad de la noche era profunda, con la luz de la luna apenas podía ver el camino por el que pasaba. El viento silbaba entre los matorrales dejando sentir un frio que helaba los huesos. De pronto, una bola de fuego, volando bajo frente a él, asustó al caballo que entre relinchidos y pataleos acabó por tirar al hombre.
El campesino entonces corrió asustado por el cerro, deteniéndose cuando vio el resplandor del fuego deteniéndose entre los árboles. Quedando hipnotizado cuando vio una sensual y bella mujer, frente a su belleza escuchando la hermosa voz que entonaba una dulce canción. La mujer se acercó poco a poco y cuando él levantó su mano para tocarle el rostro tan hermoso, la mujer se convirtió en serpiente huyendo hacia los matorrales.
En medio de la confusión una mano se le tocó el hombro y cayó desmayado desplomándose en el al suelo. Al despertar estaba sentado en la punta de una gran roca con la cara arañada y la ropa rasgada sin poderse explicar lo sucedido. Al ver alrededor se dio cuenta que se estaba muy lejos del camino, y sin dejar la confusión atrás empezó a caminar.
A pesar de caminar tanto parecía no salir del mismo lugar, por horas y horas intentó acercarse al camino, pero este parecía alejarse más y más cada vez, hasta que cayó rendido de cansancio. Al despertar apareció de nuevo en la punta de aquella roca.
En el pueblo se decía que el campesino había desaparecido sin dejar rastro alguno. Sus familiares desesperados lo buscaron por todas partes sin tener noticias de él. Hasta que un día por la tarde al ocultarse el sol, el compadre de aquel campesino regresaba de su trabajo y vio a lo lejos a un hombre sentado en la punta de la gran roca, pensando que podría ser su amigo perdido, se acercó y al encontrarlo lo llevó rápidamente a su casa donde no pudo explicar qué hacía en la punta de esa roca.
Se dice que aquel campesino fue víctima del maleficio de una bruja. Hay quienes aseguran que las brujas aún pasan volando por los cielos de Tecozautla como bolas de fuego que brincan de cerro en cerro.

La leyenda de Byrting y la reina de los elfos

Aquella noche, mientras dormía en su castillo noruego, el caballero Byrting tuvo un sueño extraño. Apenas había bebido los primeros sorbos de sueño cuando oyó que llamaban a la puerta de su cuarto. Se incorporó bruscamente y preguntó:
-¿Quién llama?
-Levántate, Byrting, y déjame entrar.-Respondió con suavidad una voz femenina desde el otro lado de la puerta.
La noche era desapacible, y Byrting, que temía a los fantasmas, vampiros y endriagos que según las leyendas se arrastraban por las entrañas de su castillo, no se movió de la cama. Sin embargo, la puerta se abrió por sí misma, y una joven de rara belleza vestida con un fino ropaje de gasa entró en la habitación, tras lo cual se acercó al lecho del caballero, se sentó en el borde y comenzó a jugar con su lustrosa melena.
Prudente, Byrting salto fuera de la cama y se apoyó contra la pared.
-Escucha bien, Byrting- dijo la joven, fingiendo no haberse dado cuenta del gesto del caballero-: mañana vendrás al Reino de los Elfos.
A la mañana siguiente, Byrting salió a caballo de su castillo. Al pasar por un puente cercano, el caballo se encabritó y tanto jinete como montura cayeron al río. Mientras que el caballo salió airosamente a la superficie, el caballero no pudo desembarazarse del frío abrazo de las aguas. Antes de perder el conocimiento, sintió cómo una mano de dedos largos le agarraba con suavidad del tobillo y comenzaba a tirar de él.
Cuando Byrting abrió los ojos, vio una amplia estancia, hermosa como jamás ningún rey de la Tierra podría soñar con tener. Junto a él estaba la joven de la noche anterior, quien ahora llevaba puesta una corona de hojas e irradiaba serenidad. Le preguntó a Byrting:
-Responde a esto, y piensa bien la respuesta: ¿En qué país has nacido? ¿En qué corte quieres vivir?
-He nacido en Beiarland- respondió el caballero- , allí en la corte he vivido. Allí vivió mi amada y allí quiero morir.
Al oír esto, la joven pidió a una sirvienta:
-Ve y trae una copa del hidromiel del olvido.
Cuando la sirvienta hubo traído la copa, la joven ordenó a Byrting beber de ella. Apenas hubieron tocado sus labios el líquido que contenía, le volvió a preguntar.
-¿En qué país has nacido? ¿En dónde quieres vivir?
-He nacido lejos de aquí, pero ahora pertenezco al Reino de los Elfos, en donde quiero vivir y morir. En dónde está mi amor.

Leyenda del Conde Estruch

A pesar de la creencia general de que el vampirismo, tal como lo entendemos habitualmente, procede de Transilvania, ya existía una leyenda en el condado de Ampurias  en el siglo XII situado en la antiguamente llamada Catalunya Vella (es decir, aquella que durante la invasión musulmana no fue sometida a las hordas invasoras y permaneció cristiana), donde tuvo lugar la más escalofriante de las historias de nosferatus o estrugas, palabra ésta derivada de estriges.
Algunos la ubican durante el reinado de Pere el Catòlic hacia 1212 pero las fuentes más fidedignas la sitúan en 1173. En aquellos tiempos se vivían continuos conflictos entre la Corona de Aragón y Cataluña contra los reyes de Francia para apoderarse de Occitania, territorio que pasó a pertenecer desde entonces a la Federación catalanoaragonesa. El rey Alfonso II el Casto, era un joven de diecisiete años y desde la muerte de su predecesor Ramón Berenguer IV la tutoría de nuestras tierras estaba en manos del rey inglés Enrique II de Plantagenet (padre de Ricardo Corazón de León, el mismo de las cruzadas y las aventuras de Robín Hood) y del Obispo de Barcelona Monseñor Guillem de Torroja.
El rey catalán tenía como enemigo principal al rey Llop (en castellano "Lobo") de Murcia y las incursiones en la Tarraconense eran frecuentes y, al mismo tiempo, teníamos las luchas fronterizas del norte contra los francos en la disputa de Occitania.
Por eso el condado de Ampurias era un hervidero de intrigas, luchas con castellanos e ingleses (aliados del rey Alfonso) por un lado y por el otro los enemigos ya mencionados, sin olvidarnos de los navarros siempre en liza con el reino de Aragón. El conde Estruc fue un notable guerrero que siempre luchó en favor de la Corona catalanoaragonesa y, en aquellos años, ya estaba en su senectud por lo cual fue enviado a Llers, una pequeña villa cerca de Figueras, donde existía otro enemigo, esta vez interno: los paganos.
Parte de los catalanes del siglo XII aún vivían apegados a los antiguos cultos iberos paganos, anteriores al Cristianismo, por lo cual éstos eran un potencial aliado de los árabes o, tal vez, de los francos. Por esa razón el viejo soldado tuvo que reprimir esos cultos ancestrales que aún creían en la magia y las ciencias ocultas, origen de la actual creencia en brujas y demás supersticiones, y obligar a los campesinos ampurdaneses a abrazar la fe en Cristo.
Esta represión motivó que el anciano conde sufriera una maldición por parte de sus víctimas y que tiempo después de su muerte natural, Estruc rejuvenecido se levantara de la tumba convertido en reviviente sembrando el terror por toda la Catalunya Vella. Dicen las antiguas leyendas que sólo salía de noche para beber la sangre de sus víctimas, gustaba seducir y violar a las mozas casaderas dejándoles embarazadas. Al cabo de nueve meses las desafortunadas parían pequeños monstruos que morían no más nacer ya que, según las tradiciones antiguas (curiosamente idénticas tanto en Cataluña como en Transilvania) un vampiro no puede tener hijos.
El rey Alfonso II tenía no pocos disgustos en aquellos tiempos y la población estaba realmente aterrorizada. La gente tenía miedo de salir de noche, todos llevaban ajos y crucifijos para protegerse del terrible nosferatu y ya nadie podía dormir en paz hasta que una anciana religiosa encontró la tumba del conde Estruc y le clavó la estaca en el corazón, desapareciendo para siempre la maldición.
Pero el recuerdo del vampiro sobrevivió al paso del tiempo y aún queda el dicho "tenir malastruc" o "mala astrugancia" para definir a quién tiene mala fortuna. 
La leyenda del dragón y la perla

El dragón habitaba en la isla de Borneo, era la montaña más alta de Isla Kinabalu, este dragón custodiaba muy celosamente una perla muy preciosa. Jugaba con ella, la lanzaba al aire y con la boca la recogía. Era muy dichoso con la hermosa y exquisita perla, y con esto en su boca no le pedía nada más a sus días. Muchos han intentado arrebatar su hermosa perla, pero el dragón no estaba dispuesto a perderla.
El emperador chino, ordeno a su primogénito, príncipe heredero, conseguir esa perla para el tesoro imperial, tras su larga travesía, por fin llego a la montaña y vio al dragón jugando con su hermoso tesoro, planeo un plan sin peligro alguno. Ordeno construyeran una cometa, que soportara a una persona y una linterna de papel.
Tardaron 7 días en construirla, una hermosa cometa, jamás vista. Al anochecer, monto la cometa y voló a lo alto de la montaña. Sigilosamente entro en la cueva, mientras que el dragón dormía. Con mucho cuidado le arrebato la perla que estaba entre sus patas, y en su lugar coloco la linterna de papel. Salió rápidamente y aterrizo en el barco, sano y salvo.
Rápidamente, mandó izar las anclas y el barco zarpó a la mar, aprovechando una suave brisa. Cuando el dragón despertó, descubrió que le habían arrebatado la perla, dejándole una linterna de papel. Estalló en cólera. Comenzó a echar fuego y humo por la boca y se lanzó montaña abajo para atrapar a los ladrones. Rastreó todos los rincones de la isla, hasta que divisó en alta mar un junco chino. Se precipitó hacia el navío y gritó con todas sus fuerzas: “¡devolvedme mi perla!”; Los marineros estaban aterrorizados.
El príncipe, en un intento desesperado por zafarse del dragón, mandó cargar el cañón más grande y disparó contra su furioso perseguidor. El dragón vio como entre la nube de pólvora salía una bola y pensó que era su perla. Abrió la boca para recoger su joya; Y se hundió en las profundidades del mar. El príncipe y sus hombres regresaron triunfantes, y la perla se convirtió en la joya más preciada del Reino de China.

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Leyenda de Licaon, el hombre lobo

Licaón era hijo de Pelasgo, éste fue el primer hombre que vivió en la Arcadia, la fundó, la pobló, enseñó a la gente que vivía allí a portarse en forma civilizada, cubrirse el cuerpo, comer alimentos cocidos, vivir en cabañas. Cuando murió Pelasgo su hijo Licaón heredó todo, era tan sabio e inteligente como su padre, se cree que junto con los sacrificios humanos estableció la antropofagia, o sea comer carne humana.
Sobre una montaña, Licaón fundó la ciudad de Licosura, la ciudad más antigua de toda Grecia. En lo más alto construyó un templo en honor de Zeus, comenzando con la práctica de sacrificios humanos, no se sacrificaban personas del lugar, sino a los viajeros,  que pasaban por el lugar.
Zeus quiso saber lo que estaba pasando, se hizo pasar por un visitante, los arcadios se dieron cuenta que era un dios porque reflejaba luz, pero Licaón, quiso saber si era o no un dios y le sirvió carne humana. Zeus enfurecido, con sus rayos destruyó todo, también el palacio, y como su nombre quiere decir lobo lo convirtió en un feroz lobo. Le dio la gracia que cada diez años, sino había comido carne humana, volvía a ser humano. Pero cada vez que tomaba la forma de hombre volvía a hacer sacrificios y comer carne humana y volvía a convertirse en lobo. Licaón no se resignó, cada poco tiempo en noches de luna llena salía al claro del bosque o a los caminos a aullar pidiendo el perdón de Zeus, y para comer al que pasara por el lugar.

El Ave Fénix

En el jardín del Paraíso, bajo el árbol de la sabiduría, crecía un rosal. En su primera rosa nació un pájaro; su vuelo era como un rayo de luz, magníficos sus colores, arrobador su canto.
Pero cuando Eva cogió el fruto de la ciencia del bien y del mal, y cuando ella y Adán fueron arrojados del Paraíso, de la flamígera espada del ángel cayó una chispa en el nido del pájaro y le prendió fuego. El animalito murió abrasado, pero del rojo huevo salió volando otra ave, única y siempre la misma: el Ave Fénix. Cuenta la leyenda que anida en Arabia, y que cada cien años se da la muerte abrasándose en su propio nido; y que del rojo huevo sale una nueva ave Fénix, la única en el mundo.
El pájaro vuela en torno a nosotros, rauda como la luz, espléndida de colores, magnífica en su canto. Cuando la madre está sentada junto a la cuna del hijo, el ave se acerca a la almohada y, desplegando las alas, traza una aureola alrededor de la cabeza del niño. Vuela por el sobrio y humilde aposento, y hay resplandor de sol en él, y sobre la pobre cómoda exhalan, su perfume unas violetas.
¡El Ave del Paraíso! Rejuvenecida cada siglo, nacida entre las llamas, entre las llamas muertas; tu imagen, enmarcada en oro, cuelga en las salas de los ricos; tú misma vuelas con frecuencia a la ventura, solitaria, hecha sólo leyenda: el Ave Fénix de Arabia.

Hans Christian Andersen
Si bien es cierto, todos hemos escuchado hablar alguna vez sobre cualquier tipo de criatura mitológica, todas con diferentes orígenes, formas y colores. Pero no todos sabemos algo más allá de su nombre, y seguro te gustaría conocer algunos mitos, por eso en esta antología te presento una recopilación de textos sobre los seres mitológicos más comunes y  alucinantes.
Te invito a que disfrutes adentrándote en este increíble mundo.

¡Prepárate, la aventura esta por empezar!