Leyenda de las brujas
de Tecozautla
Cuentan los
campesinos de pequeños poblados del municipio de Tecozautla, que en las noches
de luna pueden verse bajo el manto estelar extrañas bolas de fuego que brincan
velozmente volando entre los cerros, al parecer jugueteando entre ellas. Se
dice que son brujas practicando danzas satánicas, preparándose para chupar la
sangre a niños recién nacidos y practicar diabólicos hechizos sobre la
población.
La Leyenda
cuenta que una noche de luna un campesino humilde viajaba a través del Cerro
Colorado montando su caballo. La oscuridad de la noche era profunda, con la luz
de la luna apenas podía ver el camino por el que pasaba. El viento silbaba
entre los matorrales dejando sentir un frio que helaba los huesos. De pronto,
una bola de fuego, volando bajo frente a él, asustó al caballo que entre
relinchidos y pataleos acabó por tirar al hombre.
El campesino
entonces corrió asustado por el cerro, deteniéndose cuando vio el resplandor
del fuego deteniéndose entre los árboles. Quedando hipnotizado cuando vio una
sensual y bella mujer, frente a su belleza escuchando la hermosa voz que
entonaba una dulce canción. La mujer se acercó poco a poco y cuando él levantó
su mano para tocarle el rostro tan hermoso, la mujer se convirtió en serpiente
huyendo hacia los matorrales.
En medio de
la confusión una mano se le tocó el hombro y cayó desmayado desplomándose en el
al suelo. Al despertar estaba sentado en la punta de una gran roca con la cara
arañada y la ropa rasgada sin poderse explicar lo sucedido. Al ver alrededor se
dio cuenta que se estaba muy lejos del camino, y sin dejar la confusión atrás
empezó a caminar.
A pesar de
caminar tanto parecía no salir del mismo lugar, por horas y horas intentó
acercarse al camino, pero este parecía alejarse más y más cada vez, hasta que
cayó rendido de cansancio. Al despertar apareció de nuevo en la punta de
aquella roca.
En el pueblo
se decía que el campesino había desaparecido sin dejar rastro alguno. Sus
familiares desesperados lo buscaron por todas partes sin tener noticias de él.
Hasta que un día por la tarde al ocultarse el sol, el compadre de aquel
campesino regresaba de su trabajo y vio a lo lejos a un hombre sentado en la
punta de la gran roca, pensando que podría ser su amigo perdido, se acercó y al
encontrarlo lo llevó rápidamente a su casa donde no pudo explicar qué hacía en
la punta de esa roca.
Se dice que
aquel campesino fue víctima del maleficio de una bruja. Hay quienes aseguran
que las brujas aún pasan volando por los cielos de Tecozautla como bolas de
fuego que brincan de cerro en cerro.
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